Artroscopía de Hombro

Artroscopía de hombro: ¿Qué es y cuándo se utiliza?

La artroscopía de hombro es un procedimiento mínimamente invasivo diseñado para diagnosticar y tratar diversas lesiones de esta articulación compleja. Mediante una pequeña incisión de apenas 4–5 mm, se introduce un artroscopio —un tubo delgado con cámara y luz incorporadas— que transmite imágenes en alta definición a un monitor, lo cual permite al cirujano inspeccionar con detalle estructuras como tendones, ligamentos, cartílago y la propia cápsula articular. Este enfoque reduce la alteración de músculos y tejidos blandos, a la vez que ofrece una visión directa del problema.

Las indicaciones más comunes incluyen desgarros del manguito rotador, inestabilidad de la articulación, bursitis subacromial, lesiones del labrum (como SLAP), pinzamiento femoroacetabular y cuerpos libres intraarticulares que causan bloqueo o dolor al mover el brazo. Gracias a la artroscopía, estos problemas pueden solucionarse con incisiones muy pequeñas, lo que disminuye el dolor postoperatorio y acelera la recuperación.


¿Cómo se realiza la intervención?

  1. Anestesia y preparación
    El paciente suele recibir anestesia regional (bloqueo del plexo braquial) o general, dependiendo de la complejidad y las preferencias médicas. La zona se desinfecta y se colocan campos estériles para prevenir infecciones.
  2. Incisiones y acceso
    Se practican dos o tres puertos de entrada de 3–5 mm: uno para el artroscopio y los demás para instrumentos quirúrgicos (pinzas, tijeras o fresas). En algunos casos, se realiza un tercer puerto para irrigación y evacuación de líquidos.
  3. Insuflación y visualización
    Se inyecta solución salina estéril para expandir el espacio articular, lo que facilita la exploración y mantiene limpia la lente de la cámara. El cirujano examina el techo subacromial, la cabeza humeral, la glenoides y las estructuras circundantes.
  4. Tratamiento de lesiones
    Según las lesiones detectadas, se realizan acciones como:
    • Desbridamiento de tejido inflamado o cartílago suelto.
    • Reparación de manguito rotador mediante sutura de tendones.
    • Liberación subacromial para aumentar el espacio y aliviar el pinzamiento.
    • Reparación de labrum con anclajes especiales.
    • Extracción de fragmentos óseos o cuerpos libres que limitan el movimiento.
  5. Cierre y vendaje
    Se extrae el líquido, se retiran los instrumentos y se cierran las pequeñas incisiones con suturas o grapas finas. Finalmente, se aplica un vendaje compresivo y, en ocasiones, un cabestrillo para inmovilizar el brazo durante las primeras horas.

Ventajas de la artroscopía de hombro

  • Menor dolor postoperatorio: al conservar los músculos y tejidos circundantes, el malestar inmediato es significativamente inferior al de la cirugía abierta.
  • Cicatrices casi imperceptibles: las incisiones de 3–5 mm apenas dejan marcas y mejoran la aceptación estética.
  • Recuperación acelerada: muchos pacientes inician ejercicios suaves 24–48 horas tras la intervención y reanudan actividades livianas en 1–2 semanas.
  • Menor riesgo de infección y sangrado: la exposición reducida minimiza estas complicaciones.
  • Alta precisión diagnóstica: la visualización directa supera limitaciones de resonancias o radiografías, evitando diagnósticos erróneos.

Riesgos y complicaciones potenciales

Aunque es una técnica muy segura, pueden presentarse dificultades:

  • Infección articular (incidencia < 1 %).
  • Lesión inadvertida de nervios o vasos próximos.
  • Trombosis venosa profunda en procedimientos prolongados.
  • Rigidez o dolor residual, generalmente resueltos con fisioterapia.

El seguimiento estricto de las indicaciones médicas —cuidado de la herida, control del dolor, ejercicios de movilización— es esencial para prevenir y gestionar estas complicaciones.


Rehabilitación y tiempos de recuperación

La fisioterapia temprana y progresiva marca la diferencia:

  • 0–2 semanas: control de inflamación, movilidad pasiva y ejercicios de potenciación isométrica.
  • 2–6 semanas: fortalecimiento activo, ampliación gradual del arco de movimiento y retorno a actividades cotidianas livianas.
  • 6–12 semanas: ejercicios de resistencia y tareas específicas del paciente (deporte o trabajo), bajo supervisión especializada.

En general, la recuperación funcional completa suele alcanzarse antes de los tres meses, aunque depende de la lesión original y de la adherencia al plan de rehabilitación.


Para saber si la artroscopía de hombro es adecuada para tu situación y recibir un plan de tratamiento a tu medida, agenda tu consulta con el Dr. Luis Armando Lares. Su especialización en esta técnica garantizará una recuperación eficiente y segura.