Reducción y Fijación de Fracturas

Reducción de fracturas: ¿qué es y cómo se hace?

La reducción de una fractura consiste en volver a alinear los fragmentos óseos para que sanen correctamente. Existen dos métodos principales:

  • Reducción cerrada: se manipulan los huesos a través de la piel, sin abrir quirúrgicamente la fractura, usando maniobras suaves bajo anestesia o sedación. Es ideal para fracturas sin gran desplazamiento fragmentario, como las de muñeca o tobillo simples.
  • Reducción abierta: el cirujano realiza una pequeña incisión para exponer el hueso, reposicionarlo con mayor precisión y preparar la zona para la fijación interna o externa.

Ambos procedimientos suelen confirmarse con radiografías intraoperatorias para asegurar que los fragmentos quedan alineados antes de fijarlos definitivamente.

Fijación interna: placas, tornillos y clavos intramedulares

Una vez alineada la fractura, la fijación interna mantiene esa posición durante la curación. Los métodos más comunes son:

  1. Placas y tornillos (ORIF):
    • Se coloca una placa metálica junto al hueso y se fija con tornillos para comprimir los fragmentos.
    • Ofrece gran estabilidad, especialmente en fracturas de fémur, tibia y húmero.
    • Requiere una incisión de varios centímetros, pero permite una correcta alineación anatómica.
  2. Clavos intramedulares:
    • Un clavo (o “nail”) se introduce dentro de la cavidad medular del hueso y se ancla con tornillos proximales y distales.
    • Es frecuente en fracturas de tibia y fémur, porque el clavo comparte carga con el hueso y permite peso temprano.
    • Menor incisión que ORIF y menor exposición del foco de fractura, lo que reduce daño a tejidos blandos.
  3. Tornillos canulados percutáneos (MIPPO):
    • Se insertan tornillos huecos a través de pequeñas perforaciones en la piel, guiados por radiografía.
    • Ideal para fracturas extra-articulares de tibia distal o pelvis; combina estabilidad y técnica mínimamente invasiva.

Fijación externa: marco y espigas

En fracturas muy inestables o con riesgo de infección (fracturas abiertas), puede usarse fijación externa:

  • Un andamiaje metálico queda fuera del cuerpo, conectado al hueso mediante pernos que atraviesan la piel.
  • Permite acceso al foco de fractura para curas frecuentes y es útil en traumatismos complejos y fracturas con pérdida de tejidos blandos.
  • Se retira una vez consolidado el hueso y puede combinarse con métodos internos más tarde.

Ventajas de las técnicas mínimamente invasivas

Las técnicas percutáneas y el uso de clavos intramedulares o tornillos canulados ofrecen beneficios claros:

  • Menor lesión de tejidos blandos: al reducir el tamaño de la incisión, se preserva la irrigación y se reduce inflamación.
  • Menos dolor postoperatorio y cicatrices discretas, lo cual mejora la satisfacción del paciente.
  • Inicio temprano de la rehabilitación: con fijación estable que soporta carga parcial o total, el paciente puede mover la articulación adyacente antes que con métodos abiertos tradicionales.

Cuidado postoperatorio y recuperación

Tras la cirugía, el equipo médico indicará:

  1. Inmovilización temporal con férulas o vendajes compresivos para controlar hinchazón.
  2. Ejercicios pasivos y activos guiados por fisioterapia desde el primer día o semana, según estabilidad de la fijación.
  3. Control con radiografías periódicas, para confirmar la consolidación ósea sin desplazamientos.

La curación completa suele tardar entre 6 y 12 semanas, dependiendo de la fractura y la técnica usada. En fracturas simples de extremidades, muchos pacientes regresan a actividades livianas en 4-6 semanas con clavos intramedulares.


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